La fotografía, el ajedrez y escribir han sido tres de mis pasiones que se han entremezclado en los últimos tiempos de mi vida, y sin embargo se han ido diluyendo en pasiones mundanas más allá de lo que es espiritual.
Al ajedrez no lo he tomado lo suficientemente en serio, porque no entreno para los torneos, ni preparo variantes o estudio los finales. Soy así un jugador ajedrecísticamente analfabeto para competir contra los mejores jugadores de Michoacán, y ni siquiera para volver a ganar un torneo de cuarta fuerza nacional fuera de Morelia. Hace más de un decenio que logré ganarle a los tapatíos en la zona metropolitana de Guadalajara un torneo de cuarta fuerza y es lo único que he hecho fuera de Morelia. No puedo seguir jugando torneos sin estar preparado, porque seré victima recurrente de las jóvenes promesas del ajedrez y de los jóvenes que compiten en las olimpiadas estatales y nacionales. Tiempo no tengo, porque mis obligaciones laborales me absorben y tengo una alta responsabilidad por trabajar en una zona de alta marginación social, por lo que mis esfuerzos deben estar encaminados siempre ahí, para generar condiciones que potencien el desarrollo social y humano.
El ajedrez me ha dado muchas satisfacciones en estos dos últimos años, en particular el campeonato que logré con el equipo de Miravete Chess Club en Segunda División en la Liga Michoacana de Ajedrez, el campeonato que obtuve en Segunda Fuerza de Ajedrez de la Logia Masónica y el primer lugar en segunda fuerza en el torneo de CU después de estar muchos años inactivo en el deporte-ciencia. Pero aún así, no se compara todo ello con el triunfo que obtuve en las simultáneas contra el Gran Maestro Internacional Sisniega cuando era un escuintle. El Nacional Abierto de Ajedrez en la ciudad de Monterrey en el 2010 me puso en mi lugar: 5.5 puntos de 8 posibles. Similares resultados a los que hice en mi primer Campeonato Nacional Abierto de Ajedrez cuando era niño jugando en Cuarta Fuerza. En este retorno al ajedrez no logré dar ese salto. Mi raiting nacional sufrió un retroceso de 21 puntos. Jugaba mejor de niño que ahora. Era más combinativo y calculaba mucho más rápido y con mayor profundidad. Ahora me da pereza hacer cálculos y analizar variantes. Quiero dejar estático mi elo, dejarlo así, que no vaya en picada.
La fotografía me encanta, busco la imagen que mejor capte las emociones de los ajedrecistas, l entorno de los torneos, la concentración de las personas en el juego, la mirada atenta al tablero del jugador, la cara sin pose alguna, el jugador con sus pensamientos, alejado del mundo circundante. Y la mayor satisfacción, sin duda, de las tomas fotográficas, es de que hayan sido utilizadas de mi blog para que cada ajedrecista las usara para ponerla en su perfil principal de sus páginas personales, del facebook, hi5 o myspace. Esa era mi mejor retribución, porque nadie realmente me felicitó por las fotos que les tomé. Pero para mí, fue el mejor regalo ver mis fotos convertirse en la foto principal del perfil personal de muchos ajedrecistas. Y sin embargo, el ajedrez y la crónica fotográfica de los ajedrecistas me alejó de mi proyecto personal que era fotografiar bichos, insectos, artrópodos, arañas, paisajes, montañas, la vegetación, la asombrosa vida del microcosmos de los seres que nos rodean y que son parte del equilibrio ecológico. Aún así, enamorado quedé de muchas fotografías que tomé de los torneos, de las expresiones faciales, de las miradas al tablero que parecían concentradas en otros mundos invisibles e incomprensibles. Hay cierta similitud entre los ajedrecistas cuando están concentrados en sus jugadas con el insecto que está parado en alguna rama u hoja de alguna planta: el mundo no existe para ellos, sus rostros son los más serios y sin poses. No sienten que sean observados, no hace falta sonreir, es el rostro natural del pensamiento concentrado. Una pose cercana a la espiritualidad interior es lo que se capta en la lente.
Y mi blog, la página blanca donde escribo sobre el ajedrez, o más bien un pequeño resumen de los torneos de ajedrez a los que asisto. Un espacio donde a veces expreso algunas ideas sobre la forma en que debería de estar organizado el ajedrez. Un medio para que otros se enteren de los resultados de sus amigos y amigas en los campeonatos. En otras ocasiones, en panfleto de crítica, y últimamente, en un medio de protesta contra irregularidades que han cometido algunos ajedrecistas. Y he ahí donde las enemistades se generan, porque mezclo la sátira, la ironía, el sarcasmo y recursos estilísticos que debería de usar en el libro que no he hecho y me prometí a hacer. Sí, me gusta escribir, pero además tengo la herencia de mi juventud, la política. Y eso es una mezcla explosiva, no apta para ajedrecistas que son apolíticos y poco tolerantes a la forma en que hago mis observaciones. Y mis otros blogs que no son dedicados al ajedrez, abandonados están. Olvidados, sin que me detenga un momento a escribir en ellos, en inventar historias y personajes que se vuelvan antagónicos. No puedo ni debo de generar historias con personajes reales, ajedrecistas, porque los asuntos se vuelven personales, sin serlos. El ajedrez, simplemente es un juego, algo que requiere concentración mental, pero que no deja de ser simplemente un juego de mesa, y que el entorno en el cual se desenvuelve no debe importar para que sea realmente jugado entre dos personas. Mente contra mente, y así por la eternidad. No debe importar sin visto de azul o amarillo, si tengo dinero o carezco de él, simplemente se requieren 32 piezas y un tablero de 64 escaques para jugarlo, sin importar condición social, económica, de género, opinión política o religiosa. Baste jugarlo y ya, como medio de convivencia. Hay que separar la ficción de la realidad, y retornar nuevamente a escribir ficciones en los espacios adecuados y generar controversias entre personajes en blogs o documentos lejos de la actividad ajedrecística, donde lo único que importa es hacer el jaque mate, no interiorizar sobre las emociones humanas de la vida cotidiana. Abandonado he dejado la poesía y la narrativa, una pasión de mi adolescencia, y es mi deber personal volver a encaminar mis esfuerzos en ese sentido, en las emociones humanas. No quiero seguir siendo un personaje controvertido, porque ese papel debe corresponderle a alguno de mis personajes ficticios; no debo materializar mis ficciones en mí propio ser.
Ya no puedo seguir jugando ajedrez de torneo por el momento, ni tomar fotografías de humanos ajedrecistas ni dedicar tiempo a un blog de ajedrez con la pasión de antes. El ser humano es complejo y las emociones cambiantes. He cumplido un ciclo y debe cerrarse ya finalmente. Quiero emprender un viaje hacia el interior de mi espiritualidad humana y buscar la luz de las emociones, pasiones y pensamientos que errabundas están en mi alma.
Sí, ha llegado el momento de retirarme del ajedrez en mi ciudad natal, de buscar nuevos senderos, de alejarme del ajedrez competitivo al cual no estaba ya preparado, de encontrar nuevamente el sentido de la pasión con la escritura, y dedicar más tiempo a la lectura de la poesía y la novela, de los cuentos y la narrativa.
El ajedrez no dejará de ser una pasión mía, pero dejaré de verlo como un vehículo de competencia, y más bien, lo abordaré, si tengo tiempo para ello, desde el punto de vista filosófico, trascendental, meramente teórico.
Me despido de los todos los ajedrecistas morelianos y les agradezco sus atenciones, críticas y buenos momentos. Mis movimientos y acciones irán a otros senderos, quizás recónditos y con el gran deseo de que sean fructíferos en mi vida.