Ahora que está en plena efervescencia la actividad político-electoral, ya se pronunciaron algunos líderes de asociaciones deportivas. Las peticiones son muchas, como es natural en una entidad plena de carencias, pero no ha quedado clara una petición integral por parte del sector deportivo.
Paralelamente, empezaron ya a aparecer personajes deseosos de obtener dinero porque parece ser lo único que les mueve. Aparecen como hongos los promotores "milagro" que se preocupan coyunturalmente de los deportistas michoacanos, quienes serán mayormente los encargados de realizar las competencias deportivas en honor de tal o cual candidato. Sin embargo, ello una vez más, pulverizará al gremio en aras de posiciones políticas.
Esperemos no se les olvide a los candidatos las leyes Estatal y Federal del Deporte antes de pactar con personajes que buscan vender al sector antes que lograr el bienestar de los deportistas michoacanos. Ejemplos existen incluso en deportes tan populares como el básquetbol, que apenas comienza a despertar después de dos décadas de conflictos extradeportivos.
Una de las principales características de todo deporte es que deben de existir reglas. A los jugadores se les persigue dentro del campo tarjeta roja en mano, pero ¿quién fiscaliza a los responsables de la asignación presupuestal?, ¿y a los que reparten “apoyos” para torneos olvidando a los deportistas ya campeones? Es de entenderse por qué a diario se desgrana la granada deportiva michoacana, como la ciclista Goreti Anahí García Ramírez, que anunció su partida de la entidad por falta de una beca. Día tras día leemos estas páginas y nos enteramos de casos similares.
Es momento de que se ponga orden en el deporte estatal. Ya basta de seguir recibiendo atole con el dedo. Con el peregrino argumento de que “el deporte es cultura”, o que “el deporte es educación”y que hay que “apoyar a todos” se balcanizan las asociaciones deportivas y se pulverizan los recursos. Pírrica victoria obtienen quienes se confabulan para ello.
Subrayémoslo: el deporte sí es una actividad transversal, pero debe ser coordinada por las instancias respectivas. Recordemos que las políticas públicas las formula y propone el Estado, en proporción con la participación ciudadana que la mixtura de la democracia local imponga. Si el gobierno -como en México- delega la responsabilidad de realizar directamente las actividades deportivas a las respectivas asociaciones, lo mínimo que se debe de esperar es que el Estado tenga orden en la asignación de recursos, tal como lo marca la normatividad.
También es un gran momento para pensar qué modelo de sistema deportivo deseamos para la entidad.
¿Queremos un sistema genuflexo al arbitrio de la repartición de presupuesto de los gobernantes u otro accesible mediante un presupuesto participativo? ¿Quién gana con la creación de cotos de poder? Quienes pierden, ya lo sabemos, invariablemente son los deportistas infantiles y juveniles.
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